Una muñeca, por una plancha de carbón
una quemadura de sol por el juego en los campos,
por una
quemadura de acero caliente
una sonrisa, por un bostezo de hambre
un suspiro de sueño, por una tos enfermiza
la comodidad de
una silla y una aguapanela
caliente, por un piso frió y las rodillas lastimadas
los ojos cansados por ver la televisión distorsionada,
alma y cuerpo cansados por la vida que
le toco llevar.


Una mirada perdida en
lo que podría ser,
una vida convertida
en un maniquí,
una infancia pura, en estereotipos sociales
una sonrisa fingida, en una alegría
momentánea,
un juicio de valor de
la sociedad, en una lágrima derramada.
Por Camilo Casallas